Una
buena plegaria ¿Cuánto
hay que pedirle a Di-s para que responda mi pedido?
En
el último libro del Pentateuco, Deuteronomio, se
encuentra la sección de la Torá denominada “Vaetjanán”,
que significa “rogué”. Es por Moshé, quien sabía que en
poco tiempo más fallecería, ya que así se lo había comunicado
el Todopoderoso. Por eso, rogó al Eterno pidiéndole que
le permita contemplar la tierra prometida.
Este es uno de los cinco lugares en los cuales Moshé dijo
a Di-s: “¡No te dejaré hasta que me digas si harás lo que
pido o no!”.
Uno de esos lugares fue cuando el pueblo de Israel partió
del desierto de Sin, y llegaron a Refidim, allí se quejaron
a Moshé porque les faltaba agua, y le reprocharon ¿por qué
nos sacaste de Egipto para matarme a mí, a mis hijos y a
mi ganado de sed?. En ese momento Moshé clamó al Eterno
diciendo: ¿qué haré al pueblo este, un poco más y me apedrean?.
(Shemot 17: 4).
En esa oportunidad Moshé dijo: “Dime si harás lo que pido,
o si no lo harás”. Y el Todopoderoso le respondió: “¡Yo
haré (lo que pides)!”. (Sifré)
El segundo lugar donde Moshé dijo que no abandonaría al
Todopoderoso hasta que le responda, fue cuando Di-s lo envió
para que informe al pueblo judío que los sacaría de Egipto.
El líder judío no perdió tiempo y fue a hablarles, tal como
se lo indicó el Eterno. Sin embargo, por causa de la dura
aflicción en la que se hallaban inmersos, no escucharon
a Moshé.
Luego de eso, el Eterno le ordenó: ¡Ven, Háblale al Faraón,
el rey de Egipto, para que envíe a los hijos de Israel de
su tierra!. (En ese momento) habló Moshé delante del Eterno
diciendo: los hijos de Israel no me han escuchado, y ¿cómo
me va a escuchar el Faraón?. Además, yo soy “aral sefataim”
(tengo problemas para hablar – dijo esto porque cuando era
niño se había quemado los labios con una braza encendida,
y desde entonces no podía hablar bien). (Shemot 6: 12)
Ante la negativa de Moshé, el Todopoderoso llamó también
a Aharón, para que se una a su hermano en esta misión, y
sea él quien hable cuando fuere necesario. Moshé en tanto,
pidió al Todopoderoso, que le revele si pese a lo que había
sucedido con el pueblo, quienes se rehusaron a escuchar,
igualmente los liberará o no, y el Eterno le respondió que
si lo hará (Sifre).
El tercer lugar fue cuando Miriam enfermó de lepra, y “Moshé
clamó a Di-s diciendo ¡Por favor sánala!”. (Bemidvar 12:
13).
Moshé en ese momento dijo: “No te dejaré hasta que me digas
si la sanarás o no”. (Sifre)
El cuarto lugar fue cuando el Todopoderoso informó a Moshé
acerca de su muerte, (Bemidvar 27: 12): “Dijo Di-s a Moshé:
sube a este monte de Avarim, y contempla la tierra que di
a los hijos de Israel. La verás, y te reunirás con tu pueblo
también tú, como fue reunido Aharón, tu hermano”.
Moshé escuchó la sentencia, y enseguida dijo (Bemidvar 27:
16): “Habló Moshé a Di-s diciendo: ordene el Eterno, el
Di-s de los espíritus de todo ser, un hombre sobre la congregación,
para que salga delante de ellos, y que vuelva delante de
ellos, que los saque y que los traiga, y que no sea la congregación
de Di-s como un rebaño que no tiene pastor”.
En ese instante Moshé preguntó al Eterno: “Hazme saber si
nominarás líderes o no”. Y el Todopoderoso le respondió
afirmativamente.
La quinta vez que Moshé procedió de esta manera, donde solicita
al Eterno una respuesta, diciendo que no lo dejará hasta
que le responda, la encontramos en nuestra sección de la
Torá que leemos esta semana, llamada Vaetjanán (Devarim
3: 23-26): “Rogó a Di-s en ese momento diciendo: Eterno,
Di-s, Tú comenzaste a mostrar a Tú siervo Tu grandeza y
Tu mano poderosa, pues ¿qué dios hay en el cielo que haga
como Tus obras y Tus proezas?. Pasaré por favor, y veré
la buena tierra que está del otro lado del Jordán, este
monte (Jerusalem) y el Levanón (el lugar donde se erigiría
el Templo Sagrado)”.
En ese momento Moshé dijo que no dejaría al Todopoderoso
hasta que le responda si le permitirá ingresar a la tierra
prometida o no. Y el Eterno le respondió: “Sube a la cima
de Pisgá y alza tu vista al occidente, al norte, al sur
y al oriente, y contempla con tus ojos, pues no cruzarás
el río este, el Jordán”.
Moshé, antes de esta respuesta terminante del Todopoderoso,
elevó 515 plegarias, para pedirle que le deje pasar a ver
la tierra prometida. E hizo esto a pesar de que el Eterno
ya le había dicho que moriría sin ingresar, tal como lo
vimos antes. ¿Por qué entonces Moshé insistió si ya sabía
cuál sería la respuesta?.
Lo que sucede es, que Moshé reflexionó y dijo al Todopoderoso:
“Tú mismo me abriste una puerta insinuándome que me levante
y eleve plegarias hacia Ti. Eso ocurrió por la causa de
Tus hijos (el pueblo de Israel), cuando se corrompieron
haciendo el becerro de oro. En esa ocasión me dijisteis
(Shemot 32: 10): ¡Apártate de Mí, entonces enfureceré y
los exterminaré!.
En ese momento yo comprendí – prosigue diciendo Moshé -
¿Estoy acaso agarrando al Todopoderoso que me dice que lo
deje?. Seguro que me está insinuando a través de estas palabras
que efectivamente tengo posibilidades de hacer algo para
salvar a los que pecaron. Es por eso, que en ese momento
oré hacia Ti por ellos, y pensé ahora obrar exactamente
igual, pero por mí mismo”. (Rashi-Sifre)
Vemos de aquí, la gran importancia que tiene la plegaria.
Inclusive cuando ya fue dictaminada la sentencia. Ya que
Moshé, aunque sabía que el Eterno le había dicho que no
ingresaría a la tierra prometida, pese a ello, lo intentó
515 veces más. Y si lo hubiera hecho una vez más, hubiese
conseguido entrar a la tierra de Israel. Pero se abstuvo
de seguir insistiendo, por fidelidad a Di-s, para acatar
la decisión del Eterno.
De lo que hemos visto en la conducta de Moshé, aprendemos
que la plegaria tiene el poder de prolongar la vida, ya
que si oraba una sola vez más y por ello entraba a la tierra
prometida, hubiera vivido más tiempo por causa de esa plegaria.
Es por eso que el Talmud enseña (Tratado de Berajot 54b):
“Dijo Rab Yehuda: hay tres cosas, que quien las hace, eso
provoca que se le prolonguen sus días, y sus años: aquel
que se extiende en la plegaria, el que permanece un tiempo
prolongado en la mesa (ya que de este modo los pobres vienen
y este individuo les da de lo que hay dispuesto sobre la
mesa), y quien permanece el tiempo que necesita en los servicios
cuando realiza sus necesidades (actuar de este modo permite
mantener el buen funcionamiento del organismo, ayudando
a su vez al individuo, a conservar un estado de salud equilibrado
y sano)”.
Respecto a lo dicho acerca de extenderse en la plegaria,
diremos que el Rab autor de "Jatán Sofer" era el ejemplo
de ello, y solía extenderse mucho en su plegaria.
Cierta vez, uno de los eruditos más grandes de la época
le dijo:
¡"Me sorprende usted, porque se extiende tanto en su plegaria!".
Ya que por esa causa se está privando de estudiar Torá en
ese tiempo. Y ya fue dicho en el libro de los Proverbios
28: 9 "Quién aparta su oído de escuchar Torá, también su
plegaria es aborrecible"
El Rab autor de "Jatán Sofer" le respondió:
Si es por eso, no me hago problema. Ya que nuestros sabios
nos aseguraron: (Talmud tratado de Berajot 54b): "Todo el
que se extiende en su plegaria, le prolongan a él sus años
y sus días".
Resulta, que si me extiendo en mi plegaria, me acreditaré,
con la ayuda de Di-s, una larga vida. De esta manera, compensaré
en ese tiempo que me adicionarán, las horas que ahora estoy
perdiendo de mi estudio por extenderme en mi plegaria. (Parparaot
la Torá)
Reflexión
Esto
que hemos visto, es tomando las palabras del Talmud en un
sentido estrictamente llano, pero si nos detenemos a analizar
los conceptos allí expuestos más detenidamente, apreciaremos
una redundancia en las palabras: "Todo el que se extiende...,
le prolongan a él sus años y sus días".
Al decirse que le prolongan “sus años”, ¿qué necesidad hay
de decir que le prolongan sus días?.
La respuesta a esta cuestión la encontramos en el libro
Ben Yoyadá, escrito por el famoso erudito Rabí Yosef Jaim.
Este sabio explicó, que a través de extenderse en estas
tres cosas mencionadas por el Talmud, además del acrecentamiento
de más años de vida, este proceder provoca un incremento
en la calidad de los días de la persona, lo cual acontece
merced a la ausencia de múltiples angustias.
Los detalles mencionados en el Talmud, ayudan a forjar una
personalidad generosa y bondadosa, ya que a través de extenderse
en la plegaria, el individuo logra atraer la cualidad de
generosidad del Todopoderoso hacia él. Además, el hecho
de permanecer en la mesa un tiempo prolongado, permite a
los pobres que golpeen a su puerta, mientras él aun se halla
en la mesa, y les da lo que piden para saciar su hambre.
A través de esto, este individuo se habitúa a ser bondadoso
y generoso con los demás. Sumemos a estos dos actos de excelencia,
que permanece el tiempo que necesita en los servicios, manteniendo
un estado de salud estable y equilibrado. Resulta que a
través de estas tres cosas, este hombre se aleja de las
angustias, y su calidad de vida es muy superior. Un día
de vida de este sujeto, equivale a una semana de un individuo
con angustias y problemas. En cambio para este último, la
calidad de vida de un día de él, es como media hora, si
restamos todos los momentos de disgusto y angustia que atravesó
durante la jornada.
El ejemplo de un individuo que vive permanentemente angustiado
como el caso que citamos, lo encontramos en un suceso que
aconteció entre dos hombres, quienes eran vecinos. Uno de
ellos era muy rico, poseedor de mucho ganado, tanto lanar
como vacar, asimismo era dueño de campos y viñedos, siendo
su mesa, mesa de reyes, y su vivienda hermosa y amplia,
solo que este hombre era flacucho, débil y enfermizo.
Su vecino sin embargo, trabajaba en el proceso de elaboración
de objetos de plata. Solo que sus ganancias no eran altas,
por lo que no podía comprar carne para comer todas las noches,
sino que lo hacía únicamente los jueves. Ese día adquiría
carne, para preparar la comida del Shabat. La casa de él,
estaba vacía de muebles y utensilios. Camas placenteras
tampoco poseía, y su vivienda era tan pequeña que apenas
se las podían arreglar, viviendo bien ajustados. Pero era
un hombre sano y fuerte, de amplia contextura física y siempre
estaba alegre.
El vecino rico, una vez le preguntó: ¿Por qué conmigo sucede
así y así, mientras que contigo acontece así y así?".
Le respondió: "Te diré la causa de ello, es porque tú eres
por naturaleza, una persona con tendencia permanente a enojarse
y ponerse nervioso, por lo que al menos diez veces al día
te sales de tus cabales con tus servidores y tu propia familia.
Has de saber, que el enojo disminuye la carne de la persona
y debilita las fuerzas de su cuerpo, además de provocar
mucho daño adicional. Además tienes por naturaleza, tendencia
a la codicia y a las tentaciones mundanas, y también a sentir
envidia por lo de los demás. Por tales razones, todos tus
días son solo aflicción, angustia y dolor, ya que estás
siempre inmerso en la tentativa de obtener más dinero, y
es imposible que puedas saciar todas tus tentaciones y codicias.
Por eso constantemente sufres y gimes, motivo que provoca
la disminución de tu carne y tus fuerzas, ya qué ¿cómo pueden
otorgarte los alimentos que consumes fuerza y vigor, con
semejantes cualidades que tienes y consumen todo lo que
comes?.
Pero yo por naturaleza soy diferente y me siento bien, ya
que no tengo tendencia a enojarme y ponerme nervioso, inclusive
en las ocasiones que se dan como para que lo haga. Además,
cuento con la virtud de conformarme con lo que tengo, y
lo poco que está delante de mí, es ante mis ojos como si
fuera mucho. Sumemos a ellos que no siento envidia por lo
que poseen los demás, por eso estoy siempre sano, siendo
ello producto del confort interior que siento".
Moraleja
Queda claro que no debemos preocuparnos por acumular riquezas
innecesarias en este mundo, sino esforzarnos en nuestro
trabajo y estar satisfechos con lo que Di-s nos otorga.
Asimismo, debemos disfrutar de ello y agradecerle a través
de nuestras plegarias, sin entrar en disputas por pequeñeces
ni ponerse nervioso por ningún motivo. Ya que, como vimos,
los nervios y la angustia consumen la vida y cuando nos
llegue el momento de devolver nuestra alma al Creador, no
podremos llevar nada de lo que tuvimos en este mundo, sólo
las buenas obras que hemos realizado.
Por eso, si queremos tener una larga vida, y que nuestros
días sean de calidad, es menester hacer lo que enseña el
Talmud: recitar nuestras plegarias sin apuro, ser generoso
con los demás, y mantener sano nuestro cuerpo, siguiendo
las normas y pautas necesarias para el conservado de la
salud.